La producción textil y los residuos asociados tienen un gran impacto ambiental. La UE trabaja para reducir estos efectos, promoviendo una moda más sostenible y responsable.
La moda rápida ha incrementado la producción y el desecho de ropa. Este modelo de consumo afecta significativamente el medio ambiente. La Unión Europea (UE) busca reducir los residuos textiles, prolongar la vida útil de los productos y aumentar el reciclaje como parte de su plan para una economía circular en 2050.
La producción textil consume grandes cantidades de agua y tierra. Para fabricar una camiseta de algodón, se necesitan aproximadamente 2,700 litros de agua. En 2020, el sector textil fue la tercera mayor fuente de degradación del agua y el suelo, requiriendo un promedio de 9 metros cúbicos de agua y 400 metros cuadrados de tierra por ciudadano de la UE.
El proceso de teñido y acabado textil es responsable de alrededor del 20% de la contaminación mundial del agua potable. Los textiles, especialmente en la moda rápida, liberan microplásticos durante los primeros lavados. Una carga de ropa de poliéster puede liberar hasta 700,000 fibras microplásticas, que terminan en la cadena alimentaria y en los océanos.
La industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono, superando las de los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados. En 2020, las compras de textiles en la UE generaron alrededor de 270 kg de CO2 por persona, totalizando 121 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero.
El auge de la moda rápida ha cambiado cómo las personas se deshacen de la ropa, con más prendas tiradas que donadas. Menos de la mitad de la ropa usada se recolecta para reutilización o reciclaje, y solo el 1% se recicla en ropa nueva. Los europeos consumen casi 26 kg de textiles al año y descartan unos 11 kg, con el 87% incinerado o llevado a vertederos.
La UE ha desarrollado varias estrategias para abordar estos problemas:
Asimismo, en marzo de 2022, la Comisión Europea presentó una estrategia para hacer los textiles más sostenibles. Esta incluye requisitos de diseño ecológico, información clara para los consumidores y un Pasaporte Digital de Producto. Además, las empresas deben minimizar su huella de carbono y medioambiental.
La UE cuenta con una etiqueta ecológica para productos que cumplen con criterios ambientales. En 2018, se aprobó una directiva sobre residuos que incluye medidas contra sustancias químicas peligrosas y promueve la responsabilidad del productor a lo largo de la cadena de valor. En marzo de 2024, el Parlamento Europeo propuso modificar la normativa sobre residuos textiles, introduciendo sistemas de responsabilidad ampliada del productor.
Las negociaciones con el Consejo serán llevadas a cabo por el próximo Parlamento Europeo, elegido en las elecciones de junio de 2024.
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